2023, EL AÑO DE DECISIONES

2023, EL AÑO DE DECISIONES

 

Escribe: Enrique Lazo Flores

“…el país se debate en un mar de dudas, la minería formal, está en peligro y se cierne medidas contrarias a dar estabilidad política y legal, el gobierno está sin brújula, la economía está paralizada y camina en modo automático, de otro lado, los mineros ilegales ganan terreno y se suman a las protestas para lograr sus propósitos, la solución no son las balas, ni represiones, la solución es ponerse a lado del pueblo, escucharlos y darles la solución de manera concertada…”.

 

PERIODICO DIGITAL LA REGIÓN SUR, 08 ENERO 2023.- No podríamos cerrar el año sin antes hacer un pequeño análisis de cómo nos fue el año que nos deja, sin haber saboreado lo que el año 2021 nos habían prometido.Sería largo enumerar los hechos que más destacó, sobre todo en el ámbito político que es lo que más sintió el pueblo, satanizando por un lado y glorificando por el otro a los actores, dependiendo qué prensa fue la que manejó la opinión pública, pero lo cierto es que la gente de todos los estratos sociales vivió y sigue en estos momentos, el reclamo, “Justo” como dice la presidente Dina Boluarte, sobre hacer prevalecer sus derechos civiles y hacer respetar su voto, reclamo en la que el Peru sigue debatiéndose en medio de una política mediocre, paupérrima, escandalosa y corrupta, por donde se le mire.

Los efectos de esa política es la que está marcando finalmente el derrotero de nuestro país, de más de 33 millones de habitantes en un territorio plagado de recursos naturales que hasta hoy no sabemos qué hacer con ello.

Sin embargo, pese a esa ingente cantidad de recursos naturales, seguimos la ruta de las necesidades y miserias que nos imponen los gobiernos de turno y nos someten a una manera de sobrevivir bajo el sistema de un paternalismo impuesto con programas sociales, con un gobierno que no es capaz de aliviar la crisis económica que nos dejó la crisis política y la crisis sanitaria que no quiere irse.

En ese contexto, la incapacidad del gobierno que murió bajo un golpe fallido y reemplazado por sucesión, por un gobierno que más parece la copia de un gobierno servil, sometido a las fuerzas armadas y la policía, secundado por un congreso plagado de un oficialismo que impone una agenda dictatorial, ajena a la realidad que vive el país, nos muestra un panorama más gris que el que vivimos en el 2022, con 27 muertos, según los informes oficiales y 30 según los informes de las redes sociales que se convirtieron en el vocero oficial, al haberse perdido la esencia de un periodismo creíble, gracias a la concentración de medios manejados desde la capital Lima.

Llegamos a este año donde todo el mundo se desea miles de parabienes, de cumplimientos de proyectos para el futuro, pero en el país en la que moramos, la verdad no sabemos qué podemos desearnos, sino, solamente la esperanza que esto cambie, una débil esperanza que parece apagarse antes que aparezca la luz al final de túnel, como ya se viene sintiéndose en la macro sur donde se debate en la disyuntiva de apostar más por la sumisión, o luchar con la bandera del insurgencia que está dejando huellas de sangre, sudor y lágrimas, en zonas como Puno, Ayacucho, Arequipa, Cusco, regiones que por su historia, son guerreros por naturaleza.

Ante este panorama, la población esta desorientada por los errores que se cometen desde las mismas entrañas de nuestras instituciones tutelares como es la PNP,  lo que dice de por sí que estamos ante una oleada de descontentos y frustraciones, alentados por congresistas que olvidaron sus deberes y se dedican a mantener un Congreso inclinado a los intereses de grupos de poder, que buscan el renacimiento y fortalecimiento de partidos que ayer destrozaron el país y hoy, parecen renacer como el “ave de mal agüero” que nunca mueren sino, solo descansan.

Desde el inicio de las medidas de fuerza por el descontento con el congreso que es más que la sucesión de mando de Dina Boluarte, se agudiza la situación del país y no se necesita ser “pitoniso” para saber qué es lo que viene más adelante, si no se canaliza los mecanismos de solución que no solo pasa por el diálogo, – pero con quiénes -, si no es por la correcta aplicación de las normas y reglamentos del congreso que en este momento es la madre del cordero a partir de la vacancia, para muchos, mal ejecutada por este poder del estado que perseguía desde un inicio del mandato de Castillo.

Precisamente esos efectos que se sienten hoy en las calles, son medidas que nacen provocados por el congreso, donde las regiones del sur embanderan las luchas y no se sustraen los del norte y empiezan a sumarse regiones del oriente, de esos sectores que en un tiempo fueron olvidados y minimizados, degradados en su condición de ciudadanos de segunda clase, estos ciudadanos empiezan hacer sentir sus protestas.

Para el gobierno de Dina Boluarte el panorama es más que sombrío, más bien se acercan momentos muchos más difíciles, su inicio como la Primera Presidente Mujer en la historia Republicana del Peru, nació muerta, es más,  nació de un proceso obligado de aborto antes de tiempo, y con las manos   cubiertos de sangre inocente, que a ningún mortal le puede causar motivo de orgullo, sino, prodigar pesadillas el solo saber que su mandato causó la muerte de jóvenes adolescentes, coterráneos que llevan en sus venas su propia sangre ancestral, que están clamando justicia.

El país vive escenarios diferentes, todas apuntan a tres condiciones que atender, alentados por diferentes intereses, pero el común denominador es que se cierre el congreso, creo con justa razón, la renuncia de Dina Boluarte, que no me parece, sino debe pasar por el cumplimiento de los procedimientos para vacar a un presidente que fue mal ejecutado y la sucesión en el cargo como debe ser para tener la legitimidad y, los cambios en el poder de justicia donde tenemos una Fiscalía que lo primero que hizo es liberar a su hermanas investigadas por liberar a narcos de manera muy sospechosa.

Estos factores están poniendo al país en el brasero, los vientos de rebelión crece y se avecina la insurgencia en regiones donde los recursos naturales son el sostén de la economía de todo un país, el gobierno no reconocido por un gran sector de la población, se mantiene porque el congreso que tiene un 90 por ciento de desaprobación e infestado por el fujimorismo enclavados en diversas bancadas, por ex militares que se sometieron al acta de sujeción de Montesinos, ahora son los que gobiernan desde su curul, sosteniendo al gobierno de Dina Boluarte que no tiene ninguna clase de apoyo político, no tiene un solo congresista, no tiene bancada y se mantiene en el cargo, soñando que es la “sucesora constitucional”, del Presidente, ego e ilusión que lo tiene ebria de poder y no se da cuenta que de entre sus dedos se desliza la sangre de sus “hermanos challhuanquinos”, como ella misma los llama, seguramente hasta que despierte de ese sueño convertido en pesadilla, porque la justicia, camina a paso lento y son muy cortos.

Hoy Puno arde, la represión crece, estamos en estado de emergencia y las consecuencias son mucho más drásticas y amenaza ser peor,  si el gobierno decreta el estado de sitio, situación de la que no estamos lejos de ser parte activa y en estos casos el costo podría se alto. El país no lo merece, menos quiere más muertos.

Entramos en  este nuevo año, en momentos donde todos deberíamos celebrar el año nuevo pero hay casi una treintena de hogares que no tienen qué celebrar, sino añorar la muerte de sus hijos caídos en la protesta contra este gobierno que parece haber hallado el camino de solucionar los problemas a punta de balazos, actos que han sido condenados inclusive por la Comisión Internacional de Derechos Humanos, porque los primeros caídos fueron menores de edad y adolescentes, seguramente habrá quienes si están de acuerdo pero lo que nadie podrá negar es que hubo excesos y de ello, alguien tiene que rendir cuentas.

Es imperiosa la necesidad de identificar a los actores, estas protestas están destruyendo el tejido social de nuestro país, hemos llegado al extremo de convertir las protesta en un mercenarismo corporativo, donde los mismos actores que reprimen son los mismos que actúan en la destrucción y culpan a los “enemigos de turno”, el  estado a través de sus organismos tutelares y de gobierno, es incapaz de frenar.

Mientras eso sucede el país se debate en un mar de dudas, la minería formal,  está en peligro y se cierne medidas contrarias a dar estabilidad política y legal, el gobierno está sin brújula y la economía está paralizada y camina en modo automático, de otro lado, los mineros ilegales ganan terreno y se suman a las protestas para lograr sus propósitos, la solución no son las balas, ni la represiones, la solución es ponerse a lado del pueblo, escucharlos y darles la solución de manera concertada, mientras tanto la producción de la economía no debe parar, empezar a dar pase a los proyectos mineros que realmente sostendrán la economía en estos momentos, no queda otra.

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