TESTIMONIO PARA REFLEXIONAR,  A 41 DÍAS A LA DERIVA, EN VIÑA BLANCA

TESTIMONIO PARA REFLEXIONAR,  A 41

DÍAS A LA DERIVA, EN VIÑA BLANCA

 

Por Frimi Leigh.-  A veces el Perú se siente lejos. Salvo que se trate de algo que suceda cerca de nosotros o que nos toque de manera directa -o a alguien que conocemos- algunos problemas del país son sólo algo que sucede frente a una pantalla de televisión.

Hoy escribo estas líneas a título personal, como trabajadora minera y como parte de esa gran fuerza laboral que impulsa el desarrollo de la región sur del país… y también como madre de familia que con su trabajo sustenta su hogar y la educación de sus hijos y como ciudadana peruana.

A cada uno de ustedes, que gentilmente me leen hoy, quiero invitarlos a imaginar un día “normal”, en el que, como cualquier otro día, despiertan en sus hogares con la rutina habitual que precede el ir a trabajar, junto a sus hijos que deben ir al colegio, cumpliendo con cada paso que los conduce a la consecución de sus metas.

Pero de pronto, el día que pensaban “normal” les trae algunas situaciones inesperadas, que por cierto resultan no ser nada buenas. Porque su empresa no puede operar, porque el colegio de sus hijos no abrirá, porque al abrir los caños en sus hogares no cae una sola gota de agua.

Y ese día nada normal se repite al siguiente y luego al siguiente y así pasan 40 días más, sumando 41, que mañana sabes serán 42 y pasado mañana 43 porque nadie interviene para resolver lo que estás viviendo.

Esta historia, que parece tomada de un cuento fantástico no salió de mi imaginación y sí, es uno de los tantos problemas del país que podemos ver frente a una pantalla de televisión, pero es también una historia real que hoy viven 5 mil personas en el campamento minero de Cuajone… trabajadores, familias con niños, comerciantes, maestros … personas como tú o como yo, que a la fecha llevan 41 días sin trabajar, sin ir al colegio y sin agua. Y que como si fuera poco, hoy viven con preocupación y miedo.

Es importante, como peruanos, conocer lo que viene sucediendo en Cuajone y el porqué de ello, dado que si en el marcador final la violencia ganara, nuestro país estará (si es que no lo está ya) en grave peligro. Y esa situación en escalada, que hoy no todos sienten porque no la viven de manera directa, nos afectará a cada uno de nosotros.

El 18 de febrero pobladores de una comunidad vecina a Cuajone destruyeron la vía férrea que conecta a esta unidad minera con Ilo, impidiendo con ello el traslado de los concentrados de cobre que allí se producen. 10 días más tarde, tomaron el reservorio de Viña Blanca, privando de agua a todas las familias que viven en el campamento y cortando el suministro de este recurso a las operaciones, que a la fecha están paralizadas.

Los comuneros exigen a Southern Perú la suma de 5 mil millones de dólares y el 5% de sus utilidades por la liberación del agua, lo cual deslegitima cualquier tipo de reclamo. Si se demanda, como en este caso, la titularidad de un territorio, pues ello simplemente se demuestra -ya sea públicamente y/o ante las instancias legales correspondientes- pero no se extorsiona. No se atenta contra el derecho a la vida y a la salud de miles de personas. No se vulnera el derecho de cientos de niños para poder ir al colegio. No se priva a nadie de su derecho al trabajo. No se pone en riesgo a mujeres gestantes. No se atacan personas o instalaciones.

A propósito de este conflicto y de otras situaciones, es muy común oír que las empresas mineras son privilegiadas y ver cómo se capitaliza este discurso para que los victimarios se muestren ante la opinión pública como víctimas, en una casi parodia de la historia de David contra Goliat. Pero esto no es siempre así. Porque si del poder de las empresas se tratase … ¿Cómo explicamos que las autoridades correspondientes no hayan intervenido para exigir el restablecimiento de un derecho básico, como es el agua, a una población de 5 mil personas? ¿Cómo entendemos que el Estado haya decidido no viajar para instalar una mesa de diálogo, excusándose de ello el mismo día de la convocatoria? ¿Cómo es que los días pasan y miles de trabajadores no pueden realizar sus labores porque la producción está detenida?

No se trata de una empresa. Hay 5 mil personas afectadas y son ciudadanos peruanos… para los que ninguna autoridad en el Perú ha estado allí, para intervenir en el restablecimiento de los derechos que les han sido vulnerados a lo largo de 41 días.

Si la violencia gana en Cuajone, perdemos todos los peruanos y les mencionaré por qué:

• El Estado tiene como principal fuente de financiamiento a los impuestos. Gracias a ellos se pueden efectuar obras que nos benefician a todos, como carreteras, colegios y hospitales, además de cubrir el costo de programas sociales, de salud (como la vacunación contra el Covid), la educación pública, la seguridad, etc. Con la paralización de Cuajone, el Estado pierde tan solo en impuesto a la renta (uno entre muchos impuestos que paga la minería) la suma de 6.2 millones de soles al día. Pero… ¿Cuánto son 6.2 millones? Es la cifra que en un mes cubriría la construcción e implementación de cinco grandes hospitales para el país, sólo por citar un ejemplo.
• Los impuestos que todos pagamos, como el IGV que se agrega a los precios de los productos que adquirimos o aquellos que nos descuentan mensualmente de nuestras boletas de pago, son también un aporte a los gastos del Estado. Si Cuajone para y el Perú dejara de recibir aquellos ingresos con los que hoy cuenta gracias a la actividad minera, se produciría un importante vacío en la caja del Estado. Si la actividad minera se detiene, lo que todos tributamos con esfuerzo ya no sumará más al crecimiento nacional, sino que se destinará a cubrir gastos esenciales, como los sueldos de personal burócrata de un país empobrecido.
• Permitir que Cuajone pare significaría normalizar el uso de la violencia en el país. Sería legitimar que alguien tome la propiedad de otro y que nada pase, permitir la realización de actos vandálicos con total impunidad, dar carta abierta a las acciones de extorsión y chantaje, dejar que la violación del derecho ajeno se convierta en algo cotidiano y avalar que nadie haga respetar lo que la ley establece. Frente al bloqueo de vías que llevó hace algunos meses a la paralización de las Bambas, nos preguntábamos… ¿y ahora qué sigue? Pues ya lo estamos viendo y es con indignación y frustración que volvemos a plantearnos una nueva interrogante: ¿A quién le tocará mañana? ¿Es eso lo que realmente queremos para el Perú?
• Pensemos en Moquegua y su actividad económica. Hagamos un ejercicio simulado en el que consideremos como gasto diario promedio de cada persona que vive en Cuajone, la suma de 20 soles (por concepto de alimentación, lavandería y otros servicios). Multipliquemos estos 20 soles por cada uno de los 5 mil habitantes del campamento y luego esta suma por 30, para poder estimar un gasto mensual. El resultado son 3 millones de soles. 3 millones que se destinan a la adquisición de productos y servicios locales que ya no se consumirán más. ¿Quién pierde allí? Ello sin considerar los 2.3 millones de soles diarios que Moquegua ya viene dejando de percibir por concepto de canon y regalías.

La lista es larga, pero no se trata de abrumar sino de ilustrar.

Tenemos 5 mil personas abandonadas a su suerte por un Estado indiferente. Personas que no saben si mañana tendrán trabajo. Son 5 mil historias, 5 mil conjuntos de sueños. 5 mil futuros inciertos. Padres y madres de familia como lo somos muchos de nosotros, niños que quieren ser profesionales, emprendedores que iniciaron negocios con gran esfuerzo, personas que ganaron a punche sus oportunidades.

Soy trabajadora de Southern Perú y lo he sido durante 12 años. Esta es mi casa, su gente es mi familia. Por eso hoy alzo mi voz, entre muchas, para que puedan conocer la dimensión de lo que nos ha tocado vivir, ya que el Estado viene haciendo oídos sordos.

Ayudémonos entre peruanos para no permitir que la violencia gane.